Explicar algo tan invisible como la identidad de un club es una tarea ardua. Puede pensarse, sin embargo, en sus símbolos: el emblema defendido por los jugadores sobre el césped, los colores impregnados en el espíritu de la afición e, incluso, los apodos de los clubes, que son productos ancestrales de diversas circunstancias. Para aprender más del fútbol español, citaremos en las siguientes líneas algunos de los seudónimos de los equipos de La Liga 2022/2023 y, de forma concisa, cómo lo obtuvieron:
“Indálicos” – Almería. Como revela su blasón, el apodo deriva del Indalo, una figura totémica y rupestre neolítica presente en el yacimiento arqueológico de la cueva de los Letreros en la ciudad urcitana.
“Los leones” – Athletic Club. Debido a San Mamés, mártir de la cristiandad que consiguió apaciguar a los leones que los romanos le habían enviado para hostigarlo y, finalmente, devorarlo.
“Los indios” – Atlético de Madrid. Contrariamente a la popularidad del apodo “colchoneros”, la procedencia de este es más ignota de cara al espectador común. Su explicación, no exenta de polémica, radica en la presencia de jugadores sudamericanos a mitad del s. XX en el conjunto, los cuales lucían el aspecto torvo y moreno asociado a los grupos indígenas de América.
“Culés” – Barcelona. Su explicación es hilarante y escatológica: está relacionada con que la afición del club catalán atiborraba las gradas del estadio con tantas personas que sobresalían los glúteos de varios hinchas detrás de la hilera de asientos.
“El submarino amarillo” – Cádiz. Villarreal y Cádiz se disputan vehemente el origen de este apodo extraído de una canción de The Beatles. ¿Su presunto origen? La consecución del ascenso en 1967/1968, temporada en la que la casaca amarilla del Cádiz se alzó por sobre sus adversarios cual submarino saliendo del fondo abisal.
“Célticos” – Celta de Vigo. Por más que parezca redundante, el apodo del Celta de Vigo responde al nombre con el que se conocían a los celtas que residían en los territorios que actualmente corresponden a Galicia. Un mote sencillo, pero que expresa la genealogía común de su afición.
“Franjiverdes” – Elche. Como lo revela su camiseta actual, este apodo se relaciona con la seña más distintiva del vestuario del conjunto valenciano. Como curiosidad, de 1922 a 1926 la casaca era de un blanco impoluto, hasta que el checo Antón Fivébr decidió agregarla en 1927, obnubilado por el paisaje de la zona.
“Periquitos” – Espanyol. La versión más ingeniosa al respecto plantea un juego muy interesante en el que la iconografía de un animal desplaza a la de otro. El Espanyol, a la sombra del Barcelona, contaba con una menor afición, por lo que el humorista Valentí Castanys empezó a referirse a ellos como “cuatro gatos negros”, a la vez que saltaba a la fama Félix el gato, conocido en tierras catalanas como “Gato Perico”.
“Azulones” – Getafe. Como ocurre con el Elche, su apodo es sencillo de rastrear por sus colores característicos. No obstante, desde su fundación ya primaba esa tonalidad, por lo que expresa más que solamente una decisión estética, también plasma la identidad proletaria del club, al derivar de los mamelucos de trabajo de las fábricas de Madrid.
“Albirrojos” – Girona. También es predecible, debiéndose a su combinación del rojo con el blanco en su indumentaria. Basta ver el diseño del escudo de la ciudad catalana para explicar la influencia preponderante e irremplazable del color.
“Bermellones” – Mallorca. Pero si hablamos del “rojo”, la tonalidad bermellón está reservada al equipo dirigido por el mexicano Javier Aguirre. Fue el expresidente Adolfo Vázquez Humasqué aquel que le dio esta seña identitaria al club desde la década del 20.
“Rojillos” – Osasuna. Este proceso de metonimia se produjo por la adopción de los colores de la bandera de Navarra y el impactante contraste que producía este color tan apasionado sobre el verde césped de Pamplona, acorde con el significado del vocablo “Osasuna” en euskera, que se vincula con el vigor y el arrojo. Como curiosidad, cabe mencionar que Osasuna es la fusión de Sportiva y New Club, a pesar de que ninguno de los dos tenía esta característica.
“Rayistas” – Rayo Vallecano. En un momento duro de 1948 en el que el Rayo Vallecano estaba de capa caída debido a una honda crisis financiera que desembocó en la petición de ayuda al Atlético Madrid, el club colchonero se la brindó con la única condición de que el Rayo Vallecano incorporara el color rojo a su camiseta en honor a su prestamista.
“Heliopilitanos” – Real Betis. La razón detrás de este apodo es sencilla, solamente correspondiendo a que el Benito Villamarín, inexpugnable fortaleza bética, está situado en Heliópolis, barrio cuyo nombre, a su vez, deriva del dios griego Helios, quien, contrariamente a la idea popular, es la deidad que personifica al sol, y no Apolo, quien hace lo propio con la música.
“Vikingos” – Real Madrid. En antítesis con el Atlético que compraba jugadores sudamericanos, el Real Madrid hacía lo propio con futbolistas del norte de Europa, por lo que la adversidad estaba patente también en los modelos de las políticas de fichajes desde los 70.
“Los Txurri-Urdin” – Real Sociedad y “Blanquivioletas” – Real Valladolid. Al igual que en los ejemplos anteriores, ambos debido a sus colores.
“Palanganas” – Sevilla. A raíz del obsequio de los fundadores del Betis para sus adversarios, una palangana en la que recogerían sus presuntas lágrimas.
“Chés” – Valencia. Pese a que se atribuya esta interjección al Río de la Plata, lo cierto es que es oriunda de Valencia, por lo que es la circunstancia de la que surge el mote.