El tema de la mentira es uno de los aspectos que componen la vida cotidiana en las relaciones afectivas de las personas. Muchas veces utilizamos la mentira como un recurso para no herir al otro porque consideramos que es una “mentira piadosa” que no significa nada y que lo que estamos haciendo en realidad es proteger a un ser querido.
Claro que van a haber mentiras y mentiras y depende de la frecuencia con que utilicemos este recurso, para qué lo usemos así como la magnitud de la misma.
La mentira puede ser algo normal, utilizado en contadas ocasiones y para cuestiones simples con la intención de proteger a otro y en otras oportunidades no puede ser tomada como algo normal sino patológico en la medida que se la use indiscriminadamente y sin culpa alguna.
De esta forma la mentira no sería recomendable, en ocasiones la utilizamos bajo presupuestos o prejuicios y pequeñas mentiras terminan transformándose en una bola de nieve que se acumula y de la cual es complejo lograr salir.
En mi opinión, lo mejor es siempre ir con la verdad, sobre todo cuando nos referimos a seres queridos y relaciones afectivas. La comunicación con nuestra pareja siempre va a ser determinada o afectada de alguna forma y la mentira va a operar como un ruido en la comunicación que de alguna forma puede emerger en cierto momento.
En suma, lo más recomendable es primero que todo intentar una buena comunicación con el otro y no actuar con sobreentendidos que nos lleven a mentir porque puede emerger de alguna forma y la culpa también nos va a afectar de alguna forma.
Ahora bien si la culpa no aflora en nosotros y la mentira es moneda corriente pues deberías preocuparte ya que no estarías teniendo la actitud mas sana.